Este es el momento que por tanto tiempo evite, del que siempre trate de escapar; aquel miedo que no dudo ni por un segundo en perseguirme y hacerme mil pedazos una vez que me tuvo en sus manos.
En mi mente puedo escuchar gritos desgarradores culpándome por no luchar lo suficiente, por quedarme en ese mismo lugar para siempre, reprochando la conducta sumisa que respeta las reglas. Hoy me encuentro en un abismo negro, oscuro y solitario sin ninguna mano que me pueda sacar de aquí. Me siento completamente vacía solamente un cuerpo que recorre las calles en busca de alguien que deposite en ella algo, quizás esperanza o tan solo esa chispa de vida que la ponga nuevamente en su lugar.
Perdida divago por las lagunas, espesas y pantanosas que van devorando todo aquello que tenga vida, así mismo muchos cuerpos rodean el lugar en el que me encuentro, algunas deciden morir esperando y otros simplemente luchan con sus ganas de morir.
Me sumergí en ese mar de pensamientos, ocultando la esperanza de ahogarme para no seguir viviendo esta agonía. Nadie entiende este corazón que yace entre las viejas ramas y hojas secas que espero eternamente por algo que lo hiciera sentir vivo, fuerte.
No se puede cambiar el destino, no se puede engañar a la soledad ni tampoco escapar de la vida; aquí me encuentro encadenada a lo que me toco vivir, alma vacía y solitaria, llena de heridas y cicatrices que por nadie fueron besadas para que sanaran. Ni siquiera el tiempo se detuvo a curarme, aun estando a mi lado siguió avanzando, desamparada me quede allí esperando que nada pasara.
tu voz en mi voz